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Enfoque personal ¿Qué necesito ahora?

Cuando tenía veintitres años toda mi vida estaba enfocada al trabajo. Mi adicción era el trabajo, la comida de los supermercados abiertos a las tantas y la adrenalina. Con la adrenalina lo que hacía era trabajar en varias empresas a la vez, y tener mis propios proyectos. Formarme ilimitadamente.

Y hubo años en los que realizaba hasta diez formaciones diferentes, y además del trabajos, las empresas y la universidad.

Me comprometía con montones de proyectos simultáneos, a veces inabarcables.

Fue en ese tiempo que me metí en una relación tóxica de pareja, me pasaba estudiando y trabajando todo el tiempo.

Y me quedé embarazada. Mi sentimiento de yonki del trabajo era enorme a pesar de todo.

Me despidieron, encontré un nuevo trabajo y me metí en una empresa que mantuviera bien altos mis niveles de adrenalina. Y quizás de ego también. Abrí el blog, vinieron los reconocimientos y una empresa con muchos miles de euros de facturación.

Varios cursos, trabajos, años de maternidad sin sueño vino mi separación.

Quede decir que mi ex vivía más para el trabajo que yo. Y además supongo complementaba con múltiples relaciones extramatrimoniales. Confirme al menos tres de ellas de manera evidente.

Estaba claro que de haber tenido una buena autoestima y las herramientas básicas para enfocarme en mi cuidado personal, no hubiera pasado por una relación destructiva para mí.

Nadie con una buena autoestima y enfocada en cuidarse entraría en esos adictivos ciclos de trabajo y relaciones destructivas.

El autocuidado no es darse a los caprichos. También lo es la protección de una misma. Saber poner los límites, tener muy claro qué nos conviene y tratarnos de manera amorosa.

El camino del autocuidado es descubrirse a una misma.

Hay que preguntarse ¿Qué es lo que necesito ahora?

El ahora es el ahora. Y es también decir «en este momento de la vida». No es lo mismo el cuidado con veinte, que con treinta o cuarenta.

El cuidado de una misma es como sembrar una semilla en una misma, de manera que puedas alimentar con sus frutos el cuidado de los demás.

Mi segunda maternidad me ha dado una autentico significado de la palabra cuidar.

En la primera era demasiado inexperta e inmadura. Tenía veintisiete años, estaba poco informada. Y la poca información sobre niños que tenía es que había que educar con mano dura desde el principio. No darles caprichos, que aprendieran a dormir y a comerse la fruta. Más tarde tendrían que obedecer. Valían las manipulaciones, las amenazas y los castigos. Así todo el tiempo.

Ya en esa primera maternidad me di de bruces que la persona blanda que había en mí. Mi «vaga» interior me libró de llevar a cabo casi todo eso. Pero vamos, lo hice muy mal desde el principio. Entraba en conflicto continuamente entre «lo que debía hacer» y mi poco interés en quitar caprichos de mi hijo. Obligarlo a comer o a dormir.

Ya en mi segunda maternidad había desterrado casi todo eso. Dejando solo alguna reminescencia para con el mayor, porque no lo sé hacer mejor. Es cuestión de tiempo. Supongo.

Lo que aprendí de la segunda es que se entra menos en conflicto cuidando siendo más suave.

No he conseguido que a Matilde coma fruta. La odia y paso de luchar contra eso. Ya le gustará.

Sin embargo, la visto aunque no quiera si hace frío, porque tengo que priorizar su bienestar. Y protegerla de coger un resfriado.

Cuidando al adulto

Yo no puedo estar cumpliendo mis caprichos continuamente. Soy una mujer harto caprichosa. De estar cumpliendo mis caprichos todo el tiempo haría de mi una vida completamente insana, volcada en el trabajo, los placeres de la comida y el sexo.

La meditación me ha permitido convivir con mi adicción con la adrenalina. Volver todo esto sano para mí. Calmando de gran manera a mi hiperactiva interna y enfocando a lugares más productivos.

Ahora que me he conocido y he entendido esto, sé que lo que necesito ahora es enfocarme en proyectos rentables. Soltar parte de mi hiperactividad con ejercicio, por inconstante que resulte.

Que tengo que planificar y no ir a salto de mata.

Quiero trabajar para que mi familia y yo en el futuro podamos tener mejores oportunidades en la vida. Para que mis hijos lo tengan más fácil en el futuro. Y tengo clarísimas mis prioridades.

En la crianza tengo el enfoque clarísimo en que la relación con mis hijos es a largo plazo. Mi casa debe ser el lugar al que quieren volver. Un lugar seguro ahora, y dentro de veinte años. El sitio donde se crece, se avanza, se valora y se protege. Donde todos tienen un espacio donde puedan desarrollarse.

Que tenga todo esto claro no significa que no entre en crisis. Pero mis conflictos son cada vez menores conmigo misma.

El autocuidado es también autodefensa

Solo nos defendemos bien de lo que hay fuera y lo que hay dentro, cuando tenemos claro que es una prioridad. Y debe ser una prioridad porque es la base de nuestra autoestima.

Yo he tenido en la adolescencia una cierta ambivalencia. He tenido áreas de mí en un alto valor y otras muy bajo. Por épocas he sido feliz e infeliz con mis logros, con mi cuerpo y mis capacidades.

Sigo así a ratos. Es muy dificil aprender a quererse todo el tiempo cuando estás acostumbrada a lo contrario.

No digo que sea prioridad. Digamos más bien es indispensable cuidarse para atender a los asuntos de la vida y la maternidad.

Los autocuidados

Mirando en Internet solo encontraba listas de hacer cosas que nos gusten. Y yo creo que es mucho más profundo que eso. Y más que priorizarnos.

Es tratarnos de manera amable, hablarnos amables y dejar de criticarnos continuamente. Velar porque en lo físico, lo emocional y lo espiritual estemos bien.

Para eso hay que conocerse.

A mí me va estupendamente meditar. Cuando dejo de hacerlo pierdo el foco.

Me vino muy bien aceptar que enfadarme con los demás está bien. Porque si no me enfado con quien me hace daño acabo convirtiendo el enfado en culpa. Y eso me mortificaba. Me hacía responsable de todo.

En cuanto a eso, aprendí que hay cosas que NO SON MI RESPONSABILIDAD.

Mucha gente a mi alrededor me hacía sentir que las cosas que les pasaban a ellos eran mi responsabilidad.

Eso tiene que ver mucho con los límites y la autodefensa también.

Aprendí que yo era mi autoridad y no otros. Y entonces también aprendí que tenía que defenderme.

Y yo sí que era mi responsabilidad, entonces tenía que aplicarme en mantenerme sana. Hacer ejercicio, moverme y comer bien.

Tuve que aprender que mi descanso y mi ocio era importante.

Y no dejar por ejemplo que nadie me gritara, me criticara y me dijera que hacía todo mal.

Hay que ponerles límites a los demás. Yo no tengo interés en que haya gente que se pase el día criticando  lo que hago. No lo necesito.

Y la cuestión es ¿qué necesito ahora?

Tiempo para llevar a cabo mis proyectos.

Ocio donde pueda ser feliz.

Amabilidad del entorno y conmigo misma. Yo también soy muy dura conmigo en muchas ocasiones.

Seguridad. No sentir que me pueden abandonar con seguridad.

Moverme más, sin exigencias ni castigos autoimpuestos.

Meditar para calmar mi mente.

He vuelto a hacer yoga porque necesitaba estirar mi cuerpo. A veces siento que cuando estiro mi cuerpo mi mente se hace más flexible.

Pero el autocuidado no es una lista que puedas sacar de otros.

Igual que cada niño es diferente y lo cuidamos de manera distinta. Los adultos somos diferentes y nos cuidamos de manera distinta cada uno.

Hay que conocerse.

Y cuidarse en todas las áreas de la vida.

Hablarse con cariño

Y preguntarse más ¿qué necesito ahora?

 

 

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