Hace tiempo que no escribo en el blog, aún así me he mantenido puntual a mis cartas semanales, que a partir de hoy vuelven a ser el Lunes. Hoy sentí la necesidad de hacer un post que dijera «VOY A VOLVER PERO DIFERENTE». Necesitaba contar porqué he parado, porque he vuelto a trocitos y cómo ahora vuelvo renovada.
Y es que llegó un punto en que necesitaba parar y hacer otras cosas. Estar conmigo «hacia adentro». Darme tiempo. Y luego, sinceramente, llegó un punto que no tenía muy claro por donde seguir.
Voy a intentar hacer un resúmen de mi trayectoria por aquí para las que no me conozcan desde el principio. Mi blog empezó siendo una necesidad para contar mi día a día con mi hijo de tres años, multialérgico alimentario, y comenzó siendo un blog para poner recetas muy raras, porque mi hijo no podía comer casi de nada. En los inicios del blog me recuerdo a mí misma sentada en el sofá, actualizando desde el móvil y mi ex preguntando qué hacía. Para entonces ya llevaba meses con mi blog, y le dije, primero que tenía un blog y segundo que sentía la intuición que si actualizaba cada día llegaría a algo grande. Mi intuición es muy poderosa y mi único fallo con respecto a mi intuición era -y hablo en pasado- no confiar.
Así, hace cuatro años, cada día entraba y actualizaba mi blog. A su vez, casi sin darme cuenta, iba creando una red de contactos que me llevarían a donde estoy ahora. Pero para quien no sepa quién soy, ni siquiera sabe donde estoy ahora y donde estaba. Al tiempo, y a través del impulso de mis nuevos contactos, empecé a crear una plataforma de formación con los conocimientos que a mí me habian llevado a poder ganarme la vida. Primero fue el diseño, luego las páginas Web, los conocimientos de márketing y de negocios, ya que había ejercido en mi vida laboral desde diseñadora a consultora.
Total, que toda la dinámica del blog cambió. Tuve miles de alumnos, cifras de negocios en formación y en ventas muy buenas. Gane varios premios con mi blog. Viajé, di cursos presenciales. Y cambié muchas vidas.
Pero mi vida personal dio un giro inesperado y doloroso. Me separé del padre de mi hijo, de una forma muy dolorosa. Estuve enferma en el proceso y sufrí estados alterados de conciencia por inducidos por sustancias tóxicas para mí que no conocía y que me llevaron de cabeza al hospital en varias ocasiones. Nada tuvo que ver lo uno con lo otro. Pero fue durísimo, porque ambas experiencias al mismo tiempo son algo para lo que nadie está preparado.
Ahora, casi dos años después puedo decir que es lo mejor que me pasó en la vida. Ambas cosas, la separación y conocer el estado alterado de mi propia mente. Algo así como años de terapia contenida en unas pocas semanas. Pero después de eso necesitas tiempo para asimilar lo que ha pasado. Después tuve el problema de que fue público, aunque es algo, que tiene todo el sentido y el propósito. Para mí fue mi lanzadera al maravilloso espacio de mí misma que no conocia, de lo femenino, de lo espiritual, de la comprensión, del amor, de la psicología profunda del ser, de mis miedos, de la vulnerabilidad más profunda.
No se puede salir sin más de ello. Requiere de tiempo, de consciencia. Pero ante todo me salvo poder encontrar el SENTIDO a lo que me había pasado y sus consecuencias personales y profesionales, públicas y privadas. Si mi propósito en la vida era ayudar a encotrar salida a las personas de sus problemas personales y de negocios, tenía que conocer de primera mano cómo de difícil puede resultar estar en ese agujero. Te quiero decir con esto, que es muy difícil entender a una persona que lo ha pasado muy mal si tú no lo has pasado por ello. Y no hablo de haber pasado por lo mismo, sino de haber SENTIDO lo mismo.
Si mi propósito era cuidar y ayudar a las personas a salir de sus crisis, sus dramas y sus cárceles personales, tenía sentido que pudiera estar en una situación tan dificil, dolorosa y tan compleja. Y no hablo de mi separación, que también, sino de esos días en que mi cabeza estaba en las profundidades de la conciencia.
Cuando me preguntan como salir de crisis tan complicadas me resulta complicado de explicar. Sólo puedo contarte lo que a mí me ayudó.
Lo primero es tiempo. Saber que toda emoción se va suavizando con el tiempo.
Saber que es normal pasar en la vida por episodios complicados. Conocer a gente que ha pasado por ello. Encontrar modelos que me dijeran que salir de eso es posible. Porque yo al principio solo encotraba casos que no salían, o que no me gustaba en lo que se convertían. Y eso lo vivía como horrible porque sabía en qué dirección no quería ir, pero no encontraba una dirección clara de a donde ir.
Busqué la ayuda adecuada. Y curiosamente sin buscarla también apareció otro tipo de ayuda. Yo elegí terapéutas en lo psicológico y el universo tuvo a bien ponerme en el camino a alguien con quien sanar la feiminidad. Aparecieron amigos que me hicieron de guía. Me abrí a personas y me cerré a otras cuyo itinerario afectivo era nefasto y con quien sólo aprendería a tener más miedo. Cerrar puertas a personas y alejarme de ellas. Poner muros a otras. Abrir las puertas de par en par a otras.
Al principio me dio muchísimo miedo estar trite o deprimida. Yo me asusté mucho cuando me pasó, luego, comprendí que la mente sólo estaba poniendo sobre aviso que tenía cosas que resolver. Es muy desagradable pero pasa. Pasa entendiendo que es normal estar triste. Sabiendo que pasa de manera natural. Que es lícito estar mal a veces. Que tenía que tranquilizarme, salir, disfrutar lo que tenía y no luchar contra mi tristeza. Que si tenía que pasar una tarde llorando podía permitírmelo y nadie era quien para decirme que eso es estar enfermo. Porque la vida no te enferma. La vida pasa porque es así. Nos enferman las creencias. Nos ponemos mal porque creemos que tenemos que estar mal. O nos creemos que no podemos estar bien. O que no vamos a salir.
Sería raro estar mal sin que hubiera pasado nada. Pero eso es muy raro. Cuando estamos mal nuestro cuerpo nos avisa que lo solucionemos, y no creo que la forma de hacerlo sea distrayéndose (que a veces sí) o tomando algo. Sino buscando respuestas, enfrentando las cosas suave y poco a poco. Resolviendo. Sintiéndonos poco a poco capaces.
Me centré durante meses en volver a confiar. Confiar en mí, en otras personas, en el universo, en mi propósito y en el sentido de la vida. He desesperado en ocasiones porque creía que no iba a poder resolver algo, y eso es un error garrafal. El mejor regalo que pude hacerme es pensar que en el momento que pase eso tan catastrófico que puede pasar iba a ser capaz de solucionarlo. Ese es el enorme regalo que toda la experiencia en su conjunto me ha aportado. Saber el poder que tiene la confianza. La confianza no es creer que tienes siempre razón, sino sentir que tienes la capacidad de resolver aquello que la vida te va a proponer como reto y muchas otras cosas.
Como te cuento, es muy difícil contarte todo. Algún día colgaré la lista de los más de cien libros que me leí. Los terapéutas que visité. Las meditaciones que realicé. Los hábitos en los que me eduqué.
Y ¿sabes qué? Que de tanto estar hacia adentro tuve un volver extraño. No sé si alguna vez has vivido la experiencia de estar en un lugar al que vuelves después de unos años. Te parece que todo seguirá igual, pero resulta que todos esos bares y tascas que te encantaban, los han sustituido por gastrobares y que ahora ese lugar que guardabas en el pasado se parece un clon de cualquier otro lugar. Sin diferencias. No conserva esa identidad.
Pues algo así me ha pasado con el mundo del blogging. Tras todo este tiempo, de eso hace casi dos años, al volver he descubierto el nido de gurús que se ha montado ahí afuera, de negocios, stylelife y más.. Y sin temor a su inexperiencia insultante, muchas veces, se dedican a liderar movimientos, idénticos, clónicos y completamente anodinos y faltos de personalidad, bajo diseños americanamente estridentes. Y yo… Yo no quiero eso.
Así que no sabía por donde retomar el blog. En qué forma seguir siendo útil sin ser un clon de mi «yo» pasado, que ahora, de manera exagerada son muchos. Pero tampoco tenía muy seguro cómo continuar esta etapa. En momentos así recurro a mis oráculos particulares, que viene a ser gente que me cae bien y sabe de lo que necesito. Así que pedí ayuda a Mónica que lidera una maravillosa comunidad de blogueras del mundo de la maternidad para que me echara una mano a replantearme esto.
Además de volver a escribir sobre lo que me gusta y de mi experiencia en el tema, he analizado lo que me gusta leer a mí. Así dar valor a lo que hago. Por ejemplo, a mí me gustan los textos extensos, porque me gusta realmente leer y no me gustan los textos a píldoras. No hago blogging de consumo masivo. La gente que me lee sabe que mis textos son densos. A menudo me cuentan que cuando reciben mis cartas por correo electrónico esperan a la hora del café o el descanso del trabajo para leerlo tranquilamente. Es que lo que escribo requiere de atención y de tiempo. Y sólo así es como se deben tomar las cosas con las que disfrutamos y con las que aprendemos.
Odio el «copypaste». Yo necesito de la experiencia y de la historia para vivir. Y es que durante este retiro a medias de casi dos años, he dado mucho valor a mi tiempo y mido mucho la calidad de lo que leo. Y lo que es más importante, he subido más alto los estándares de lo que considero que es una persona buena, coherente e integra. En este tiempo he definido mis valores, he tenido claro al lado de quien estar y a quien debo darle la mano y caminar a su lado. Y es a la gente que leo. Es lo que soy y lo que voy a dar de mí.
Para mí, el blog dejó de ser mi hobby hace mucho tiempo. Tampoco es mi negocio de manera estricta, aunque a veces dependan de él. Mi blog es para mí una explosión de aquello que aprendo en la vida y es de valor para otras personas. Es un espacio experiencial. Mi blog es un lugar que a las personas les gusta visitar, leer con tranquilidad, y disfrutar. Es como viajar sin salir del sofá a veces. Otras es como una terapia en diferido.
Y después de cuatro años de blogging no hago cosas al azar.
Quiero hacer blogging de otra manera. Contar con lectores que les apetezca leer textos profundos, honestos, personales, a veces densos y otros no, cálidos y transparentes. Y es que, a estas alturas, es la gente de la que me interesa rodearme. Esa misma gente es la que me va a leer, me va a ayudar y en un futuro quienes estén interesadas en mis proyectos, siendo futuros colaboradores, usuarios o clientes.
Yo he cambiado tanto, que mi vida ha cambiado.
Mi vida ha cambiado tanto, en resumen, que mi blog debe evolucionar.