Me parece muy importante que sepas esto para que tu vida de un giro de ciento ochenta grados. Te voy a plantear que a partir de ahora hagas algo realmente sencillo que te va a revolucionar la vida:
Deja de decir lo que vas a hacer y hazloEva González Mariscal
Hace ya la friolera de siete años tenia una compañera Húngara de trabajo a la que quiero un montón. Ya no es mi compañera, llevo años sin verla. Ella cumplió su sueño, encontrar a un hombre guapo e inteligente, casarse con él y tener un hijo. Ahora afincada en Inglaterra, mi amiga Nora ha cumplido todos sus sueños.
Cuado la conocí ella apenas tenía 23 años y hablaba perfectamente Francés y Húngaro a nivel bilingüe. Alemás e inglés a nivel alto y un Español bastante bueno también. Había conseguido estudiar en buenas Universidades en Lyon una carrera y dos Masters. Y se dedicaba al marketing. En ese momento su vida personal tomaba fuerza.
Hasta no hace mucho que volví a pensar en esos días de paseos y confidencias con ella no recordé algo. En una ocasión me preguntó qué iba a hacer en verano y yo me recreaba diciendo que quería ir a los Balcanes. Y ella indignada me dijo que en España teníamos la costumbre de decir que íbamos a hacer tal o cual cosa, cuando en realidad era solo una idea. No era real. No habíamos echado cuentas, ahorrado, reservado los billetes ni nada y aún así nos atrevíamos a decir que íbamos a hacer X. Realmente le indignaba.
Hace poco descubrí que realmente si decimos que vamos a hacer algo nuestro cerebro obtiene la misma recompensa que si lo hubiéramos hecho, pero no es real. Te pongo algunos ejemplos:
1. «No aguanto a mi marido, un día de estos me voy a divorciar…»- Claro que sí, un día de estos. Pero la realidad es que un año después podemos tomar un café en el mismo bar y nada habrá cambiado. En ese momento sientes la misma liberación que si lo hubieras hecho pero al volver a casa seguirán las mismas malas caras, la misma vida… Todo seguirá igual.
2. «Quiero estudiar psicología, este año me apunto»- Si, igual que el año pasado. O pagas la matrícula y no estudias. Sería mucho mejor que en lugar de recibir esa recompensa de decirlo puedas decir «he aprobado el exámen de psicobiología». Recompensa similar pero desde luego mucho más currada y servirá para más la segunda.
3. «Ya de este año no pasa que deje de fumar» Pero no te planteas en serio hacerlo. No has tirado a la basura ese paquete de cigarros. Sin embargo te queda la sensación de haber hecho algo por decirlo. Pero no es real.
4. «Odio a mi jefe, voy a dejar el trabajo». ¿Hoy? ¿Mañana? ¿Dentro de un mes? No lo digas hazlo. Si lo tienes tan claro hazlo ya.
5. «Por fin me he decidido: voy a crear el blog». ¿Lo has creado? ¿Tienes ya escritas las diez primeras entradas? No tiene ningún sentido sentir esa recompensa por algo que no has hecho.
Podría ponerte mil ejemplos. Sólo tienes que mirar cuantas cosas cuentas que vas a hacer. Las vacaciones, trabajos, empresas, blogs, voluntariados, hábitos y dietas que has dicho que ibas a poner en marcha.
La manera más sencilla de impedir que lleves a cabo tu idea es contarla. Porque mientras la cuentas tu cerebro la interpreta como que realmente la has puesto en marcha y te recompensa con felicidad. Pero realmente no has hecho nada. Así que si quieres que te vaya mejor no cuentes lo que vas a hacer… Hazlo.
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