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Los hábitos que me mantienen motivada y con energía

En este artículo te quiero contar lo que me viene bien a mi. A medida que vayas leyendo te darás cuenta que este artículo no es una lista de cosas que debes hacer tú. Habrá cosas que te valgan y otras que no. Algunas te parecerán curiosas, y otras serán de las que tú haces.  Pero yo lo que quiero que entiendas en este artículo es qué te da a ti energía, que no a mí. Puede que a ti y a mí nos proporcione energía cosas diferentes. Y también entenderás el porqué de los hábitos.

No quiero que te comprometas a correr a partir de mañana y te compres unas zapatillas de esas de colorines. Esa no es mi intención cuando comencé a escribir este artículo. Me gustaría que degustaras este artículo con mucha tranquilidad de manera que la filosofía y los conceptos de fondo te hagan tener una vida más tranquila y relajada, que tomes mejores decisiones y por tanto te crees un mejor destino. De la misma manera que yo lo estoy logrando lo harás tú también.

Ya sabes por mi artículo anterior, y si sigues mi trayectoria que recién volví al blog porque pasé una época muy complicada. Y de repente me encuentro en plena explosión creativa. Crear no significa hacer cosas chachis y alternativas. Significa simpemente hacer cosas. Hacer actividades productivas de esas que tranforman cosas o generan. Esas cosas. Lo cuento porque quizás empezaste a leer esto porque llevas tiempo bloqueada y estancada y quiero darte impulso para que salgas de ahí.

No voy a contarte que un hábito se adquiere en veintiún días. Sabemos que es mentira, lo saben, depende de muchas cosas. Pero el principal problema de esta falacia es que algo de eso, en tu cerebro cultural ha quedado como creencia y es falso. De manera que cuando te propones hacer algo, resulta que si un día no lo haces, ya rompiste el hábito. Es tu creencia, pero no es verdad.

Tu hábito son acciones continuadas en el tiempo. Con una cadencia. Como cuando corres, un, dos. Un, dos. Lleva un ritmo y un cadencia. Puede ir más rápido o más lento. Puedes parar y luego continuar. Pero si paras, y ya no corres más, dejaste de correr. Con los hábitos a veces pasa lo mismo, requiere de una disciplina pero no tiene que ser perfecta.

Y sé que para muchos el problema es esa creencia. Son incapaces de mantener su constancia imperfecta. Porque no lo consideran hábito.

Yo no me levanto temprano si no es porque lo necesite. Me ha costado muchas broncas de adolescente y casi de adulta. Sin embargo cuando he trabajado me he levantado temprado. Tuve incluso un trabajo para el que tenía que despertarme a las siete de la mañana. Y lo hacía sin problemas. Y después si no tenía que trabajar mi cuerpo no me pedía nada.

Hay gente que trabaja de noche y en turnos rotativos. No necesitaron ese hábito. No significa que seas más productivo si eres madrugador ni menos creativo si eres nocturno. Tú eres tú. Seguro que en tiempos prehistórico estaba el que se levantaba al amanecer a cazar bichos medio dormidos y los que se les daba mejor quedarse despiertos de noche a cuidar el fuego o la manada.

Tenemos la creencia que siempre hay algo que nos hace jodidamente imperfectos. Y quizás sólo con escucharnos estaríamos más tranquilos, más seguros y confiaríamos más en nosotros mismo. La base para casi todo consiste en esa confianza. Yo sé, ahora, después de muchas broncas con mis padres e incluso con mi ex, que no hay nada malo, depravado o siniestro en mis horarios. De hecho, desde que dejé de pensar que había algo malo, deje de sentirme ansiosa cada noche. Con eso he conseguido no sólo dormir antes, sino tener un descanso más reparador.

Yo estaba «rota». Estaba muy cansada. No había nada malo en mí. Mi cuerpo de forma natural ha pedido más descanso en este tiempo y yo se lo he concedido. He pasado a más horas de sueño, entre nueve y diez, porque las necesitaba. Y desde entonces, toda yo, entera, salí de mi estado estancado y meditativo y me volví mucho más eficiente haciendo lo que quería.

Porque a veces nos empeñamos en ir mucho más deprisa de lo que podemos ir. Sin darnos la oportunidad de tener confianza en lo que nuestro cuerpo nos está pidiendo. Si necesita descanso, quizás es porque necesitamos tiempo para reparar esas partes «rotas» de nosotras mismas, que no nos dejamos ser.

Así que mi primer hábito ha sido escucharme de verdad. Atenderme y confiar en las señales de mi cuerpo dándole el descanso que necesitaba. Y creando la rutina que necesita. Sin ansiedades, ni juicios y sin importarme las críticas recibidas o que puedo recibir. Derribando un muro absurdo de creencias que me generaban ansiedad, me impedían un descanso reparador para tener la energía suficiente.

Otro de mis hábitos más notables es mi cambio de alimentación. Después de pasar por coaches, nutricionistas y aprender de ellos, decidí parar, por razones personales y dar tranquilidad a mi cuerpo. La ansiedad hace que engorde más que ninguna otra cosa y mis hábitos van encaminados a generarme tranquilidad y confianza para tomar decisiones que hagan qu emi futuro sea mejor. Tan solo tengo dos hábitos nutricionales claros, el primero es tomar fruta en el desayuno, ya que me proporciona sensación de bienestar. Y también energía, porque nuestro cuerpo se compone de materia y de energía. A mí es un hábito que me hace sentir bien sin que sea complicado. Y por otro intento que mi compra sea a base de ingredientes «sin paquete». Te lo explico, antes miraba lo que había puesto en la cinta de la caja al pagar y estaba lleno de paquetes y botellas de cosas. Ahora son ingredientes básicos, frutas, huevos y verduras. Mucha menos carne. Casi no tomo leche, y a mi hijo últimamente le ofrezco zumo.

Pero todos estos cambios en la alimentación  han sido después de hacer idas y venidas varias. Y es verdad que últimamente he ganado peso, pero a parte de por razones más personales, es porque estuve en otro momento complicado en el juicio que aún tenía pendiente con mi ex. Pero luego volví a lo de siempre. Y tengo la seguridad que mi cuerpo es muy agradecido. Así que ahora suelo desayunar una tostada integral pequeña y fruta. A veces un vaso de agua. No tomo normalmente zumo porque es mucha azúcar de golpe sin la fibra y me di cuenta que es muy absurdo. Si he sudado mucho de noche y me noto con sed tomo agua. Si no la misma fruta tiene ya el agua que necesito en el desayuno.

Otro hábito, no sé si de alimentación, de productividad o de energía, es hacer comidas que requieran en su elaboración de pocos ingredientes y poco tiempo. Que obviamente, los alimentos sean básicos (verduras, cereales, arroz, patatas o huevos), pocos y con no muchos pasos. Y es algo que voy aplicando poco a poco. Me di cuenta que la cocina era una salida a la ansiedad y una forma de gastar el tiempo que debía invertir en otras cosas.

Un hábito que suelo también tener es que el sitio donde trabajo esté más o menos ordenados. Y el mi sitio de trabajo y donde suelo estar es el mismo, el salón. Y con eso se puede caer la casa entera si no tengo tiempo o energía, me da lo mismo. Ya de vez en cuando pues se hace todo de nuevo. Necesito tiempo y necesito energía y la atesoro.

No veo televisión. Las pocas veces que la veo o estoy comiendo, normalmente la cena o estoy ordenando el salón. En lo general no es televisión, que es solo el telediario lo que veo, sino Netflix. E intento solo ver series a la hora de la cena.

Otro de mis hábitos es llevar los libros que tengo en el móvil. Ya sean los que tengo en PDF que lo hago a través de los documentos en nube de adobe. Es gratis y puedo acceder con cualquier dispositivo. O con Amazon, los que he ido comprando. Así es cómo leí más de cien libros en el último año y medio y aprendí tantísimo.

Mi gran totem de la productividad es usar Evernote y tener una nota que se llama «Cosas que hacer» donde tengo una lista checklist con cuadraditos para apuntar lo que tengo que hacer. Ya no soy tan metódica de la organización y simplifico mucho. Intento nunca tener más de diez tareas. Si me surgen más no las apunto. No las apunto porque me agobio y no haré ninguna. Cada día tomo cinco tareas, las pongo en «cosas que voy a hacer hoy» y me siento satisfecha si de las cinco dejo hechas tres.

E intento cada día dedicar media hora a moverme. Ahora mismo no me trazo grandes metas que por energía y otras cosas no puedo. Sería absurdo ponerme una tabla a rajatabla. Y cada día me doy la oportunida de elegir lo que a mi cuerpo le apetece hacer, ya sea salir a trotar, a andar, en bici en exterior o dentro, tabla de ejercicio, o yoga. Lo que necesite. Y si no tengo la energía que necesito o es que no me encuentro bien del todo sé que es mi hábito y si no puedo mañana. Ya no hay un «tres días a la semana». No puedo, ni quiero, ni a mí personalmente me beneficiaba la exigencia. Me atrofiaba en mi sentido de saber qué quería mi cuerpo. No me valía de nada pensar en hacer y no poder y mi cuerpo tiene sus ritmos que quiero darle. Simplemente ser activa.

Otros hábitos que me encantan es llevar y recoger a mi hijo en bicicleta. Salir al campo que lo tengo al lado de casa sin móvil. Ver mi serie favorita por las noches. Reírme todo lo que puedo y tener sentido del humor. No enfadarme. No discutir si no es inevitable. Si me equivoco pedir perdón. Eliminar de mi vida o trazar fronteras con aquellas personas que me hacen sentir mal. No leer cosas que me hagan sentir mal. Abrazar por las noches. Permanecer calmada. Decir si algo me molesta en el momento. Intentar poner en cuestión las cosas.

Terminar cosas que empiezo es una grandísima fuente de energía a la par que lo es para mí el descanso. Y otra grandísima fuente de energía es ayudar a alguien.

También tratar de dar sentido a lo que pasa y darse la oportunidad de enfrentar los problemas. Quiero decir, que a veces sentimos que algo puede pasar y no podremos hacer nada. Y tenemos que darnos la oportunidad de enfrentar ese problema que tengamos de frente, en el momento que se produzca. Tener la confianza en que seremos capaces de lograr salir de ello y si no haremos algo con lo que consigamos estar bien y en paz.

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Otra gran fuente de energía es hayar el propósito o los propósito por los que hacemos algo. El propósito puede ser darle lo mejor de nosotros a nuestros hijos, que nos vean felices. Ser capaces de darle las mejores oportunidades, de mantenerlos. Ser fuertes para ser su ejemplo. Inspirarar a nuestros hijos, nuestras familias o incluso a una generacion entera. O simplemente cuidar esos gatitos. El propósito de nuestras vidas lo conforman las pequeñas y las grandes causas por las que luchamos que van más allá de tener unos zapatos bonitos.

A veces necesitamos descansar, es cierto. Otras ponernos en marcha.

Yo en este artículo he querido hablarte de mí. No te digo que comas fruta por la mañana o que corras. Te digo que revises los hábitos que quieres que configuren tu carácter.

Los hábitos van formando tu caracter. Pueden hacerte estar ansiosa, enfadada, intranquila o por el contrario, estar tranquila, sosgada y optimista. Y tengo claro que el carácter es lo que va a llevarte a tomar ciertas decisiones. Y al final la vida son esas decisiones que tomas. No es lo mismo tomar una decisión desde la tranquilidad que desde la ansiedad. Desde la paciencia o la impaciencia.

Si tuviera que aconsejarte te diría que poco a poco trataras de escucharte lo que necesitas y que intentes ser constante en lo que te hace sentir bien, aunque seas imperfectamente constante. Date tiempo, respira, y ve tomando habitos bonitos que hagan que te vayas sintiendo segura y con confianza. Con pequeñas cosas bonitas. No te fuerces a las cosas, sé suave y blanda contigo. No te castigues ni te martirices y poco a poco irás relajando y calmando tus miedos hasta encontrar eso que quieres.

Estoy segura que pasito a paso, con tranquilidad, sin miedo e interiorizando todo esto, será fácil que consigas tu propósito. Pero mírate dentro para buscar lo que necesitas.

 

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