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Estoy cansada de que me rechacen en las ofertas de empleo

La mayoría de las que leéis este blog tenéis un perfil muy parecido al mío. Tenemos una formación superior y hemos trabajado en puestos de trabajo que requerían de cualificación. Muchas de nosotras hemos ido subiendo en los puestos o encontramos el trabajo para el que nos habíamos preparado. Y después de la maternidad algunas lo dejamos y otras lo dejamos a la fuerza. Vamos, que nos despidieron. Y muchas aprovechamos ese tiempo para estar con los niños.

 

He querido hablar de esto hoy porque es una frase frecuente en los correos que muchas me enviáis. Es verdad que muchas empresas rechazan contratar a mujeres con hijos pequeños, pero últimamente he visto contratar a mujeres con hijos pequeños en puestos que querían estar. Puestos que tenían que ver o con su formación o con algo que sabían hacer muy bien. Que muchas veces no es lo mismo porque con dieciocho que elegimos carrera estábamos bastante equivocadas las mayoría.

 

La cuestión es que el propósito de nuestras vidas cambia a lo largo del tiempo. Y quiero desmontar un poco la idea de que la vida laboral se jode a partir de ser madres. Nuestra vida profesional, que cada vez me molesta más llamarlo así, muta. Se transforma. Nos creímos la falacia de que las oportunidades se extinguen cuando eres madres y eso no es verdad. Algo que leí también hace poco en el libro de «maternidades subversivas» de María Llopis, que os recomiendo al cien por cien.

 

Justo en este momento se me viene a la cabeza la historia de Irene, matrona, y escritora de una de mis novelas más favoritas de los últimos tiempos «La sociedad que vaciaba úteros». Ella teniendo su segunda hija apenas unos meses decidió irse a Asia y viajar junto a su marido. Con su profesión como matrona, tuvo oportunidades francamente interesantes durante su viaje de trabajar y conocer. También María Llopis, dice haber transformado su trayectoria profesional tras la maternidad.

 

Pero esa creencia sobre que la maternidad nos retira del mercado laboral es incierta. Primero me desharía del término del mercado laboral, porque eso es que tú vendes algo a alguien que te contrata por horas. En general ese término por el significado en el inconsciente social general es dañino.

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Nuestra vida entera cambia al ser madre. Y nosotras, cambiamos también. En una sociedad donde la maternidad siguiera siendo algo bonito y valorado no sentiríamos esa sensación de corte con nuestra vida.

 

Cuando somos madres nuestros intereses cambian. El sentido de nuestra vida, al completo cambia. Y como decía Viktor Frankl el sentido de la vida, el propósito, es diferente según las circunstancias de nuestra vida y nuestro entorno es distintos. Y el sentido no está en el placer de las cosas, sino en aquello que hace que sigamos adelante, en el motor de la existencia. Y entonces puede pasar, que mientras antes, nosotros queríamos ser mejores profesionales y tener la mejor de las ofertas posible de la empresa de nuestros sueños, al ser madre, lo que queramos es que lo que hagamos sea más respetuoso con los niños y empezamos a conocer otras cosas que nos interesan más. Quiero decir, que no se trata sólo que queramos estar más tiempo con nuestros hijos, sino que nuestra profesión, al ser una expresión de nuestro ser, mute de propósito. Y en lo que antes nos pudiera gustar, por poner un ejemplo, la inversión en bolsa, de buenas nos vemos más inclinadas a que nos gusten las flores y querer una floristería.

 

Yo he visto cambiar a mujeres así y negar que eso pasa es absurdo. En escritoras, cantantes, pintoras o fotógrafas ves los cambios tras la maternidad en su obra. Porque es su manera de expresión. Si sigues la obra de casi cualquier artista observas en la gran mayoría de ellas cambios muy significativos en la orientación. Luego, sigues la trayectoria y muchas vuelven a cambiar de nuevo con diferentes proyecciones de su ser.

 

Para mí la profesión ha sido una forma de proyectar lo que soy como lo es en muchísimas personas. Es habitual que transformes todo. Y quizás es que deberíamos dejar que eso pasara de una manera natural sin oponer resistencia y con confianza en que vamos a conseguir a través de esa transformación hacer algo con lo que sostenernos económicamente.

 

Pero en nuestra sociedad, a la mayoría se nos ofrecen papeles rígidos de cómo debería ser nuestra vida. Nos vemos frustradas con facilidad y perdemos la perspectiva que nos permitiría movernos en un entorno líquido y fluir con las circunstancias.

 

Las creencias estúpidas como que nuestra faceta profesional se extingue es estúpida. Y puede que necesites pararla durante un tiempo, pero si tu sentido es seguir y sientes la necesidad de hacerlo lo harás. Y lo conseguirás en la forma que seas capaz de soltar esa creencia limitante que te dice que se acaba y que no tienes tiempo para ello. Se convertirá en una extensión de ti para conseguir los propósitos que seguro sientes que tienes.

 

También en ocasiones es una cuestión de energía, porque tener hijos consume una energía extraordinaria. Y está bien que así sea y es evolutivamente lo correcto. Por eso necesitamos tranquilidad y sostén de todo nuestro clan y de toda nuestra tribu. Al final el pequeño que engendramos y criamos es la extensión de ello, y es y será parte del crecimiento de ella. Está bien y es lógico que recibamos la ayuda y así debería ser. No solo de la familia directa y más lejana, sino de la comunidad cercana. De esa manera nuestra energía podría servir para nuestros propósitos en lugar de parecer siempre agotadas, porque lo estamos.

 

Como en casi todo, la mitad del camino está hecho en el momento que tomamos consciencia. La tomamos de cuanto los limitamos a veces, por culpa de lo que creemos que deber ser. Cuando somos conscientes de que lo que nos contaron no era verdad, que la vida entera se transforma. Y que los cambios siempre están bien, aunque no sean fáciles, porque son la esencia de la vida.

 

Para sobrevivir en la vida hay que saber jugar a las reglas de mercado, o el laboral o el empresarial, eso lo eliges tú. Como dice Mónica, también requiere de currar mucho, si te decides a emprender eres tan currante o más que otro cualquiera. De ser constante, como puedas o como quieras. Vas a tener que pelear, eso quizás tus padres que querían una vida plácida para ti, no te lo dejaron tan claro. Hay que hacer cosas que aporten valor, porque cada vez vas a conseguir tanto como valor aportes a los demás con lo que hagas.

 

Pero que el rechazo no sea tu límite, porque no te va a llevar a nada. Si es que te rechazan es que no era ese el camino que tenías que tomar, así de simple. No era el lugar, el momento, las personas, la actividad…

 

Si me permites un consejo, lánzate con confianza a hacer auello que tu instinto te guíe. Y sí, es normal que te apetezca hacer cosas diferentes.

 

La maternidad es creación. Crear.

 

Sí, somos unas locas del coño y cambiamos de opinión.

 

quetejodan

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