No siempre es lo mejor que los progenitores separados o divorciados se lleven bien. De hecho, en algunos casos que conozco de cerca, lo peor que les ha sucedido a los hijos es que sus padres, aunque no se soporten, se pongan de acuerdo en decisiones que los desprotegen.
Estoy cansada de escuchar el mismo consejo para padres separados: «Llevarse bien es lo mejor para los hijos, especialmente en la adolescencia». Pero esto no siempre es cierto.
Permítanme darles algunos ejemplos sobre este tema:
Un día, mientras hacía fotocopias de un convenio de custodia en una copistería, escuché a una mujer decir: «Mi ex y yo nos apoyamos mucho. El otro día tuve que darle una bofetada a mi hija y él no me cuestionó. Incluso, cuando vino a recogerla porque estábamos enfadadas, él también le pegó porque sabe que tengo razón». La hija, una adolescente de 13 años, era descrita por la madre como «muy buena y con todo diez en la escuela».
En otros casos, conozco padres que amenazan con mandar a sus hijos a vivir con el otro progenitor, «que es todavía peor», es decir, más violento y coercitivo. Muchos padres separados no se soportan, pero ambos están convencidos de que la violencia es la mejor forma de educación. Y esto sucede en estratos socioeconómicos medios.
Hace unos meses, una adolescente me preguntó qué hacen los niños cuyos padres no están separados y son violentos en casa, o cuando ambos padres son violentos en diferentes hogares. La triste realidad es que, en general, no se hace gran cosa porque la sociedad no ha evolucionado lo suficiente. Excepto en casos de violencia extrema y abandono completamente negligente, el maltrato y el abandono están normalizados.
Hace poco, descubrí a una chica, hija de alguien que conocía, contando en sus redes sociales que había vivido violencia en casa. Relataba cómo se encerraba en el baño por miedo a que su madre la matara, y una vez escribió una carta mientras se escondía en un armario, por si no sobrevivía. Conocía tanto a la madre como a la hija, y esta no era la única escena de violencia que identificaba.
Esta chica tuvo la oportunidad de irse a vivir lejos de su madre, pero finalmente no lo logró. Lo último que recuerdo ver en sus redes es que su padre le regaló un libro para tratar con personas con trastorno de personalidad, con la esperanza de ayudarla. Ni siquiera como adulta ha podido escapar de ese ambiente violento, probablemente por falta de dinero y porque salir de la violencia parental no es sencillo.
En algunos casos, la violencia ejercida por los hombres se usa como violencia vicaria contra la madre, dificultando aún más la separación. Sin embargo, en muchos otros, los padres separados están de acuerdo en ejercer violencia contra sus hijos. No se ponen de acuerdo en casi nada, excepto en su estilo educativo.
Por eso, debería eliminarse el consejo de «llevarse bien es lo mejor para los hijos» de cualquier profesional que trabaje con familias. En muchas ocasiones, no lo es. A veces, llevarse bien es lo peor para ellos.
Al menos, si en uno de los hogares se está en desacuerdo con la crianza violenta, los menores tendrán la oportunidad de vivir en un lugar donde se les respete.
Por lo tanto, no siempre es mejor llevarse bien. A veces, lo mejor es llevarse mal y luchar por una crianza respetuosa.
