Me decían que escribir un blog de maternidad era reaccionario.
Que identificarme con la maternidad era algo absolutamente estúpido, que entorpecería mi carrera. O mi marca personal como profesional.
Me decían que en realidad todo el éxito que tenían mis proyectos en Internet es porque daba con un grupo de amas de casa aburridas de la vida, que no tenían nada mejor que hacer que leerme.
Y eso que me decían concentraba mucho del feminismo maternófobo. Los hombres directamente no le daban valor ninguno. O mejor dicho, nos ninguneaban.
Empecé en 2011 y en este tiempo he visto como los discursos de los blogs de maternidad calaban en la sociedad, creábamos movimientos, se transformaban en política. En política feminista del extremo progresista, justo todo lo contrario a lo reaccionario.
Y ahora muchas se apuntaron, otras descubrieron y otras siguen sorprendidas por los cambios sociales impulsados y su adopción en los sectores más progresistas.
Los blogs de madres nunca fueron reaccionarios. Más bien reaccionaban ante el capitalismo neoliberal que nos oprimía y nos axfisiaba. Que nos despersonalizaba y nos dejaba en ese denominado, no sé si bien o mal, suelo pegajoso.
Lo cierto es que los blogs de madres, y el activismo maternal en redes, han generado un cambio social sin precedentes haciendo visible la maternidad. Exponiendo la intimidad para cambiar lo privado y lo público.