Ahora sí llega el momento en que has aprendido lo suficiente para hacer un análisis desapasionado de tu pasado. Antes quizás mirar en tu pasado hubiera sido como entrar en arenas movedizas, donde salir es cada vez más difícil a fuerza de intentarlo.
Sé que ahora estás más preparado para afrontar desapasionadamente un análisis más profundo de lo que te lleva a no tener una autoestima fuerte. Sé que con los ejercicios anteriores tu capacidad de dialogar positivamente contigo misma ha aumentado y que eres consciente del poder de tu diálogo interno.
Ahora sí tienes motivación suficiente para no caer en el error de hacer de tu pasado unas arenas movedizas donde caer de nuevo.
Sí, un análisis desapasionado es ser capaz de analizar desde la razón en lugar de hacerlo desde la emoción. Porque la emoción surge de tu pensamiento, y este del lenguaje, de tu diálogo interno. Por tanto puedes desapasionar y analizar causas de manera racional.
Cuando digo racional me refiero ha hacer un análisis comprensivo. De entender que ahora cuentas con los recursos que no tenías cuando eras un niño.
Mi amigo me contaba que tenía un grave problema en su matrimonio. No podía soportar una mínima crítica de su mujer. Y es que viéndolos a los dos, no podía diferenciar ni tan siquiera que era una crítica. Tan pronto ella le sugería cualquier cosa él se sentía atacado. Era imposible que ella pudiera conversar con él, porque siempre lo veía como un ataque.
En realidad se sentía como si fuera un niño al que su madre le riñe. Y él necesitaba ser el niño bueno. No podía soportar la idea de que ella lo viera como malo, o cómo que hacía algo malo. Se sentía atacado, se sentía malo.
El niño bueno y el niño malo sigue dentro de nosotros. Las cosas por las que nos hacían sentir que eramos buenos o malos. Más o menos válidos. Más o menos capaces. Más o menos capaces de interpretar la realidad.
Lo que le pasa a mi amigo nos pasa a muchos con parejas y amigos. Nos sentimos atacados, cuando en realidad estamos dando el papel de madre o padre a quien no le corresponde.
La cuestión es saber en qué valores o en que forma hemos sido capaces de crear la ilusión de lo bueno o lo malo.
Frases cómo:
“No vales para estudiar”
“No eres capaz de concentrarte ni cinco minutos”
“Deberías arreglarte más para ir a casa de la tita o van a decir que vas muy fea”
“Nadie te va a querer si haces eso”
“Si no le das un beso a esa niña es que eres malo”
Podría poner mil frases y situaciones en que te inculcaron lo bueno y lo malo. Otras en que injustificadamente te hicieron sentir menos válido o menos querido. Menos capaz.
Pero como te dije, hacer un análisis desapasionado implica que entiendas dos cosas primordiales:
- Tú ya no eres la niña o el niño. Siendo ahora un adulto cuentas con unas herramientas, conocimiento y circunstancias diferentes. No eres quien eras entonces. Y en las situaciones que vives ya no eres ese niño. Eres capaz de ser un adulto que puede decir a ese niño que las cosas no son cómo le dijeron.
- Las personas que te dijeron o te hicieron algo venían de unos conocimientos, aprendizaje y circunstancias que tú no conoces. No se puede juzgar sin conocer. No necesitas juzgar a otros. La única labor que puedes hacer es contigo mismo. No puedes cambiar ni el pasado ni a las personas. Sólo puedes cambiar tú y tu diálogo.