Si yo te pido que pienses en un conejo rosa tu puedes elegir. Puedes pensar en un conejo verde o en un dinosaurio azul. Tu cabeza es el lugar donde más ámbito de libertad tienes. Puedes pensar lo que quieras y yo no puedo hacer nada por impedirlo. La única persona que decide lo que quiere pensar eres únicamente tú.
Si yo te digo que pienses en un agouta te complico la cosa. Seguramente no sabes lo que es. Pero si te cuento que es como un ratón pero con el hocico más grande, de un color marrón claro amarillento ya puedes formar una imagen aproximada de lo qué se trata. Incluso podrías decir si es más o menos bonito que un ratón.
Quiero explicarte con esto que el pensamiento se construye con el lenguaje. Ya sea imágenes o palabras, son lenguajes que tu cerebro interpreta. Los pensamientos se construyen a través de ese lenguaje.
Pero ¿Qué es la emoción? La emoción no es ni más ni menos que una construcción del pensamiento, y si el pensamiento se construye con el lenguaje, entonces la emoción es un conjunto de pensamientos que se contruye a través del lenguaje.
Lo que nos emociona es cómo construimos el pensamiento con nuestro diálogo interno.
Estaba paseando hace poco por una ciudad francesa. Era la primera vez que la visitaba y no me sentía segura allí. Había varias cosas que me hacían sentir incómoda. La primera es que es una ciudad muy oscura. Las farolas apenas alumbraban ciertas calles. Por otra parte había un montón de grupos de hombre y pocas mujeres por las calles. Esos grupos de hombres se veían grandes porque se separaban mucho los unos de los otros. Esa separación entre los hombres es muy normal, las mujeres tienden a ocupar menos espacio. Una de las cosas que diferencia a hombres y mujeres y según culturas es más apreciables es que las mujeres tienden a ocupar menos espacio y los hombres más en espacios públicos.
La cuestión es que yo veía muchos grupos de hombres, pocas mujeres y poca luz y me empecé a sentir muy insegura por aquellas calles. Pero lo que me hacía sentir insegura no es las cosas externas sino mi diálogo interno. Es decir, mi interpretación sobre lo que allí pasaba. Me sentía débil en una ciudad que no conocía ante un supuesto ataque que pudiera haber. Ya para empezar estaba suponiendo un ataque que no se había dado.
En realidad mi miedo estaba generando un diálogo interno con el que me ponía cada vez más nerviosa.
Ahora bien, ¿qué hubiera pasado si hubiera ido con mi hijo? Seguramente el miedo que sentiría fuera mayor, pero le hubiera trasmitido a mi hijo lo contrario. En el caso que me hubiera dicho que tenía miedo le hubiera dicho que no se preocupara, que no iba a pasar nada en un lugar rodeado de gente. Por otra parte eso le hubiera hecho dudar sobre su propio criterio.
Un día no me encontraba bien. Estaba en un bar y de momento comencé a sentirme mareada. Le dije a mi pareja y a mis amigos que me acompañaban que por favor llamaran a un médico. Ello estaban seguros que se me pasaría, pero yo me sentía angustiada. Empecé a dudar de mi propio criterio.
Te he puesto dos ejemplos dífíciles de analizar. Por un lado tienes un diálogo interno, y por otro uno externo. No importa quien tuviera razón. En ninguno de los casos pasó nada más allá. Pero establecemos diálogos internos muy poderosos que hacen que fluyan emociones negativas o positivas. Por otra parte tenemos discursos externos que nos hacen dudar sobre nuestra propia capacidad de razonar las cosas.
Si le digo a mi hijo le digo que no hay motivo para tener miedo estoy negándole su capacidad de razonar y negando la validez de sus emociones. ¿Cuantas veces por sobreprotección no nos han hecho eso nuestros padres, familiares o amigos?
Seguramente esto está haciendo que te sientas confusas ¿quien tiene la razón? Nadie. Los diálogos que tenemos, los pensamientos y las emociones nos pertenecen. Igual que los sentimos podemos manejarlos. ¿Acaso no estaba yo sintiendo un miedo desproporcionado? ¿Es posible que mis nervios me hicieran sentirme peor de lo que estaba?
El dialogo interno que practicamos es la herramienta principal que determina nuestra autoestima. En qué manera dialogamos con nosotras mismas, determina si nuestra autoestima es más o menos fuerte. Es decir, que cambiar nuestra percepción de nosotras mismas es fundamental que pase por el diálogo interno que establecemos.
“Yo soy consciente que tengo unos kilos de más. Unos no, bastantes kilos de más. La razón por la que no los he perdido aún no es que me de igual o que no me parezca bien. Yo sé que para mi no es sano, y que además da una imagen descuidada de mí que no me gusta proyectar. No me gusta hacerlo porque considero que una persona tiene que cuidar su mente y su cuerpo. Si mi mente la cuido y no mi cuerpo es por pereza y poco espíritu de sacrificio. No me siento suficientemente comprometida con ese objetivo en este momento, ni es prioritario. Pero que indudablemente lo pospongo para no tener que enfrentarme al sufrimiento que me genera tener que cambiar ciertos hábitos. La manera que tengo de lograrlo pasa por la motivación. Encontrar motivación suficiente y comprometerme con ella. Por supuesto que para lograrlo tengo que responsabilizarme de ello. No es por no tener tiempo, ni tampoco porque no me parezca importante. En el momento que decida hacerlo me siento con capacidad para lograrlo y mantenerlo.”
Eso es un ejemplo de diálogo sano con respecto a una pérdida de peso. Esto sería lo contrario:
“No me siento capaz de perder peso. Por mucho que lo he intentado no consigo seguir una dieta o un ejercicio más de un mes. No tengo tiempo para hacerlo. Sé que soy gorda y que eso no agrada a los demás. Todos me dicen que tengo que bajar de peso. Mi marido seguro que se fija en mujeres más atractivas que yo porque yo estoy gorda. Si no estuviera gorda mi marido me querría más y tendríamos una mejor vida sexual. Tengo que adelgazar para que me quiera más. Tengo que adelgazar para que mis hijos no se rian de mí. Pero soy incapaz de hacerlo, no puedo resistirme a dulce. No puedo mantener una dieta. Cuando estoy a dieta me pongo de mal humor. Cuando la dejo me pongo triste y pienso que debería seguirlo. Mi metabolismo es lento, por eso no adelgazo. Yo quiero ser como esas que comen lo que quieren y siempre están estupendas”.
Un diálogo y otro poco tienen que ver. El primero tendría muchas más posibilidades de conseguirlo que el siguiente.
Antes practicaba kárate. El kárate tiene una serie de katas que es una secuencia de movimientos que vas perfeccionando con los años. Al final de una kata o de una serie de movimientos dentro de la misma se suele gritar fuerte. Yo al principio no entendía para qué servía hacerlo. Hasta que indagando descubrí que es una forma que se utiliza para soltar energia y darse ánimos.
Cuando ves un partido de tenis verás que los jugadores dan un pequeño grito según van lanzando. En los deportes ese grito se interpreta como una forma de darse ánimo a uno mismo “venga, tú puedes, lo estás haciendo bien”.
Esos son refuerzos que se utilizan en deporte y que también forma parte del diálogo interno de una persona con una autoestima fuerte. Tú puedes incorporarlo también a tu vida. “Venga, tú puede” “Ánimo” “Sigue” “Vamos”. Una herramienta poderosa, que apenas usan muchas personas, pero increíblemente eficaces.
Eres más fuerte de lo que crees. Sin duda en situaciones límites muchas personas lo descubren. Cuando hablaba de personas que pasan de autoestima derrumbada a vulnerables muchas lo han hecho de manera espontánea tras pasar por un acontecimiento donde se han visto en una situación limite y han visto cómo la superan.
Del mismo modo que la autoestima puede derrumbarse, se puede rescostruir, y es cosa tuya hacerlo o no. En base a tu diálogo interno se puede hacer posible ese cambio.
Me estoy sorprendiendo mucho de lo que se parece la mente humana y de lo que significa saber llevarla y saber que hacer con ella. Por ejemplo, Yo soy de las del 2º diálogo y me gustaría ser del 1º , pero es que parece que cada palabra que escribes en el segundo(la mayoría) estás cogiñendolas directamente de mi propio pensamiento. De veras estoy sorprendida, con lo simple que parece nuestro pensamiento que todas, parece, que pensemos exactamente lo mismo. Gracias por este curso espero mejorar con él , deberás lo estoy deseando y lo seguiré hasta el final con tus consejos, porque de verdad QUIERO ser de las de autoestima fuerte y ser feliz!!! un besote a todasssss y ánimos