Curso AUTOESTIMA ¡¡UP!!. Día 1: Introducción y técnica del diario

autoup

Durante años mi autoestima ha ido pasando por diversas fase. Cuando era niña mi autoestima era fuerte en cuanto a mi capacidad. Creía que sin problema podría ser astronáuta, bombera, física cuántica o profesora de piano. No creí que supusiera problema alguno.

La mayoría de niñas que nacimos sobre los setenta, ochenta o noventa en España tuvimos la suerte de vivir una apertura en cuanto al papel que tendríamos que ejercer a razón de nuestro género. Yo no recuerdo tantas estarías rosas en las sección de niñas como veo ahora, ni tanto vestido de princesa. O puede que a mí lo de ser princesa no me interesaba.

Durante los ochenta y noventa en las clases hablábamos de conquistas de derechos, de la esperanza que algún día pudiéramos ver en el gobierno más mujeres e incluso creíamos que eso cambiaría el mundo. De hecho una de las cosas fundamentales para las que luego se establecieron políticas de discriminación positiva era para que las niñas vieran a mujeres en el gobierno y las empresas en cargos directivos. Sólo con modelos las niñas soñarían con ser presidentas del gobierno en lugar de soñar con ser princesas.

Por tanto cuando era niña mi capacidad de soñar y mi creencia de que podría llegar a dedicarme a lo que quisiera, y que mi mente era la que lograría todo eso me bastaba.

Llegó la adolescencia demasiado pronto. A los 13 años mi desarrollo era evidente. De primeras había pasado de ser una niña, a tener una tetas de una talla cien. Ello llevó a las burlas de mis compañeros y yo a sentirme acomplejada. En esa época vestía con grandes camisetas, que solo hacían más evidente lo que pasaba debajo. Recuerdo las burlas de mis compañeros en las clases de gimnasia. Pero mi impresión no fue de que aquello en realidad durara mucho.

Al año siguiente llegué al instituto y precisamente esa verguenza se convirtió en ventaja. No tardé en darme cuenta que esa era para mí una ventaja. Dejé de usar camisetas anchas para enfundarme en tops con generosos escotes. Mientras mi madre parecía seguir empeñada en que quizás era mejor operar, yo disfrutaba de los éxitos de mi sobrefemeinidad sin invonvenientes.

No obstante en años posteriores, los pechos grandes dejaron de significar lo mismo. Tener un pecho generoso parecía más pensado para mujeres vulgares. A su vez un cuerpo generoso que atraía la mirada de los chicos, parecía tener una consecuencia sobre algunas mujeres y hombres. Tener ese cuerpo parecía decir que mi capacidad intelectual era peor, aunque sobresalía en muchas materias.

Recuerdo que un profesor me expulsó de una de las clases por llevar demasiado escote. Supuestamente le distraía.

Mi relación con mi cuerpo cambió de nuevo a los veinte años. Mientras que para unos mi cuerpo no era elegante, para otras personas les parecía genial. Yo a los veinte no le veía una ventaja a tener un cuerpo en exceso llamativo. Los problemas para enfundar de forma elegante en un traje de chaqueta eran evidentes, mientras mi profesión futura lo exigía.

La pareja que tenía en ese momento no destacaba por hacerme sentir mejor. Se veía incómodo ante las miradas que otros hombres me lanzaban y poco a poco comenzó a realizar comentarios que me hacían sentir incómoda. De alguna manera conseguía que poco a poco me sintiera peor con mi cuerpo. Ya no sentía que fuera atractivo sino excesivo. Sin embargo me sentía con capacidad suficiente intelectualmente.

Pero con la Universidad empecé a aburrirme. No conseguía motivarme lo suficiente. Mis padres nunca estuvieron de acuerdo con mi elección y me hacían dudar. En cierta manera notaba una desilusión por su parte por no escoger una carrera de un mayor prestigio social. A su vez la Universidad me resultaba obsoleta y empecé a diversificar mis estudios de manera que llegué a estudiar asignaturas de diez carreras diferentes y elegir mi propio itinerario académico dentro de varias Universidades y carreras como empresariales, economía, psicología, márketing, diseño industrial, periodismo, ingeniería de diseño industrial y otras más.

Tuve que hacer un acto de fe en mi misma y creí firmemente que eso me ayudaría en mi desarrollo profesional.

A partir de los veintitres años mi relación con mi cuerpo comenzó a cambiar. Decidí perfeccionarlo y me sometí a mi primera operación. En aquellos momentos me parecía un estorbo llevar gafas y pensé que estaba modificando mi estructura facial. Estuve a punto de someterme a varias cirujías más, pero no encontré tiempo para hacerlo. También empecé a encadenar dietas absurdas. Mi relación con mi cuerpo no iba enfocada tanto a gustar al sexo contrario sino a ir en paralelo a mi carrera profesional.

A los veinticuatro y tras un par de cambios de pareja mi físico dejó de importunarme tanto, y toda mi energía se centraba en el ámbito intelectual, sumando formación y éxitos profesionales. Pasé de tener una autoestima derrotada, a una vulnerable.

En mi maternidad hubo un derrumbe absoluto de mi autoestima. Ya que la había basado en éxitos profesionales y había perdido mi trabajo principal. A la par mi cuerpo empezó a preocuparme, en cierta manera lo seguía vinculando al éxito. Empezó a preocuparme también el atractivo y mi modelo de familia.

Tras una autoestima derrotada durante uno o dos años comencé a trabajar no sólo para reconstruirla, sino también mi vida. Comencé a desvincular el éxito a la autoestima y me comencé a permitir fallar. Dejé de intentar vincular el éxito a mi cuerpo. Y poco a poco mi autoestima se fue reconstruyendo. En ese proceso tuve la suerte con contar con dos mentores, un coach y un psicólogo.

Mi autoestima siguió mejorando, pero seguía siendo vulnerable. Llego un derrumbe importante debido a una crisis de pareja, que me dejó durante unos meses sumergida en un profundo cambio personal. Dejé pasar el tiempo sufiente para reconstruir mi autoestima. Leí cientos de libros, dediqué más tiempo a la meditación, compartir largas conversaciones con psicólogos, y conseguí reconstruirla.

A partir de ahí las pequeñas derrotas, los no-exitos, las vinculaciones absurdas y la incapacidad se fueron. En este momento considero que mi autoestima es fuerte. No es indestructible, pero he conseguido reforzar los sistemas y aprender lo sufiente.

Ahora me siento capaz, suficiente, y feliz. Ello me ha ayudado a que mis proyectos destilen seguridad y consiga trasmitir todo lo que sientes cuando me lees. Mi mejora continúa. Mis proyectos florecen y mi vida siento que está bajo mi control.

Eso me ha ayudado a ser más creativa, arriesgarme más, y conseguir con ello cosas que antes no hubiera creído posibles.

Sé que la autoestima es importante. Por eso me decidí a escribir este curso. Creo que puedo aportarte algo muy importante para el resto de tu vida.

Quiero ayudarte a crear una autoestima fuerte. Que tengas la posibilidad de aprender cosas que a mí me llevaron años de análisis, estudios, conversaciones con gente increíble y tiempo. Eso te lo condenso en diez días. Un aprendizaje que sé que te puede cambiar para el resto de tu vida.

final


Las fases


Estas fases en que se divide el curso te harán sumergirte de forma profunda en el conocimiento de ti misma y de la herramientas necesarias para tener una mejor autoestima:

  TOMA DE CONSCIENCIA

En esta fase es fundamental entender la importancia de mantener una buena autoestima e indagar en el itinerario emocional para encontrar los puntos donde esa autoestima se fue debilitando.

RESPONSABILIDAD

A la autoestima le afectan factores internos y externos. Los externos no podemos controlarlos y son procesados por nuestra maquinaria interna. Esa parte interna sí que la podemos controlar y es nuestra herramienta principal a la hora de cambiar las cosas. Es esta fase nos hacemos responsables de lo que nos pasa y de los cambios que tenemos que ejecutar.

FIJACIÓN DE OBJETIVOS

En este punto tratamos de definir el destino de nuestro trabajo interior. El puerto donde nuestro barco debe llegar. Debemos saber definir con las herramientas anteriores qué es lo que queremos alcanzar.

 ELABORACIÓN DEL PLAN DE ACCIÓN

El plan de acción es el mapa que necesitamos para llegar bien a puerto. Los objetivos nos marca la dirección a seguir y el plan de acción es el camino que seguimos para llegar hasta él.

Este programa por sí mismo no implica que tu autoestima sea mejor. Tienes que hacer un acto de fe. Un acto de fe en ti misma.

Un día estaba en la sala de estudios de la Universidad preparando un examen especialmente difícil. Llevaba muchas horas estudiando, y llegó un momento en que me puse a hacer cuentas y pensaba que era imposible que me diera tiempo. No era viable, me llevaría mucho tiempo y mucho esfuerzo terminar de preparar ese examen. Llevaba días y horas estudiando y no, era imposible. En ese momento se lo comenté a mi compañera de mesa.

-Alicia, lo siento pero me rindo- Le dije- No puedo más, no lo voy a conseguir
-¿Y eso? ¿porqué lo dejas ahora?- Me contestó sin separar la vista de los apuntes
-Porque no me da tiempo, es imposible. No quiero pasar más horas aquí encerrada para no conseguir nada.- Contesté desesperada ya, con la cabeza a punto de estallar.
-Deberías hacerlo, no por aprobar o no el exámen, sino por respeto al tiempo que llevas estudiando. ¿Va a servir de algo que ahora te vayas y dejes de estudiar? Entonces ¿Qué sentido tiene que hayas estado horas aquí?. Si lo dejas ahora, todo el tiempo que llevas estudiando no te habrá servido para absolutamente nada. Deberías aprender a respetar más tu tiempo

En ese momento volví a centrarme en mis apuntes. No sólo aprobé el examen sino que lo hice con buena nota. Pero sobre todo aprendí a respetarme  a mi misma y a comprometerme con lo que hacía.

Puedes encontrar en el camino que inicias hoy mil formas de sabotearte. Puedes pensar que esto no sirve para nada, que no vas a conseguirlo, que por tu forma de ser no podrás afrontar un cambio, que no tienes tiempo, que ese cambio no podrás mantenerlo… Puedes buscar mil excusas y otras mil formas de sabotear el proceso.

Nada vas a conseguir si no te comprometes desde el primer momento. Necesitas hacer un compromiso contigo. Si empiezas, no tomas en serio el proceso, no intentas sacar el tiempo necesario o lo dejas a mitad de camino, no solo estarás fallándote de nuevo, sino que habrás perdido un tiempo precioso en algo que no va a tener ningún resultado.

Este programa puede ayudarte a cambiar tu perspectiva sobre ti misma y sobre la capacidad que tienes para cambiar las cosas. Pero tienes que comprometerte con el camino que vas a emprender. Si no, cómo me pasaba a mí con el examen, el tiempo que inviertas no habrá servido de nada. No habrás respetado tu tiempo. La única persona que puede lograr el cambio eres tú.

final


TÉCNICA DEL DIARIO ÍNTIMO


Si pudiéramos tener una conversación entre tú y yo podría ayudarte a ordenar el pensamiento de manera que el cambio que necesitas pudiera materializarse. Pero en este caso esa conversación no es posible, por tanto necesitas un método que se adapte al trabajo que necesitas hacer.

La mayoría de personas pensamos desordenadamente. El cerebro actúa como un globo donde los pensamientos crecen, se entremezclan, se pierden, acuden pensamientos diferentes y parece que pensamos a mil por hora. En realidad es una ilusión que tenemos sobre nuestro propio pensamiento. A lo largo de este curso tendrás que volver a replantearte qué es real y qué es una ilusión que crea nuestra mente.

Organizando el otro día una fiesta de cumpleaños comencé a pensar en qué necesitaría y cómo iba a organizarme para tenerlo todo a listo. En mi cabeza parecía que las tareas eran miles, las cosas que comprar se amontonaban, era imposible siquiera calcular el presupuesto. Tomé un papel y un lápiz y comencé a anotar aquello que necesitaba y qué tareas tenía que llevar a cabo. Ni mucho menos eran mil cosas. La mente se satura con información fácilmente y crea ilusiones que no son reales. Eso nos angustia.

Nuestra mente tiene una capacidad limitada para procesar información como le pasa a un ordenador o a una tablet. Si tenemos abiertos veinte programas a la vez funcionando todos, es probable que el sistema se ralentice y comience a dar fallos.

De la misma manera si yo te pido que memorices estos números:

113, 34553, 231, 342, 234, 345

Y te digo que mantengas esos número en tu cabeza durante media hora, seguramente empieces a experimentar un nivel de ansiedad leve. Si en ese momento, mientras memorizas esos números te pidiera que resolvieras problemas matemáticos complejos sin dejar de memorizar esos número tu nivel de ansiedad podría aumentar hasta niveles mucho más altos.

Si en lugar de eso te pidiera que anotaras esos número y que después me los dijeras con el papel delante, tu nivel de ansiedad no tendría porqué aumentar.

Lo  que pasa es que tu mente cuando se pone a trabajar e intenta retener información para trabajar o no con ella, se satura, y aumenta la ansiedad. O bien, dejas de retener datos.

Seguro que esto te ha pasado alguna vez. Tienes una época de trabajo intensa, o estás de exámenes, o tienes preocupación por alguien de tu familia. De repente empiezan a pasarte cosas extrañas. Dejas luces encendidas, se te olvida porqué ibas a esa habitación, empiezas a sentirte insegura en la calle o en sitios con aglomeraciones, tienes la sensación de que se te olvida algo. Esas cosas nos pasan por tener la mente saturada de información.

Por eso mismo quiero evitar que durante el transcurso de este curso te pase eso. No quiero que en este tiempo empieces a perder cosas, sentirte insegura o que tu ansiedad aumente. No quiero que se te agolpen todos los pensamientos que tienes y produzcan el efecto contrario que quiero que consigas. Por eso mismo te propongo crear un diario.

La escritura de algún modo te ayuda a ordenar el pensamiento. De la misma manera te ayuda a sacar de dentro a afuera esos pensamientos en lugar de amontonarse en la cabeza y a crear la ilusión del globo que se infla.

Cuando hablamos con otra persona, que pudiera ser un profesional, tus pensamientos de ordenan y tu concentración se centra en ello. Puedes sentir un peso que se va cuando puedes soltar aquello que llevas dentro. El diario actuará en cierto modo con esa forma de hablar con esa otra persona, ordenando el pensamiento y centrando la conversación en ello.

Si en lugar de ayudarte a volcar esa información te dijera que reflexionaras sobre ello durante un tiempo actuaría como los número que te impedirían seguir el normal desarrollo de tu vida. Quiero que pienses bien, y que dediques el tiempo necesario a hacer un trabajo importante para ti. Pero no quiero que satures tu mente de información que en tu ilusión te parecerá inmensa, y que sin embargo al plasmarla en el papel te darás cuenta de su verdadera dimensión.

Por eso te pido que comiences este compromiso que estableces contigo en modo de diario. Busca una libreta bonita, que te guste. No hace falta invertir mucho dinero, pero aquello que inviertas lo estás haciendo en un trabajo importante para ti. Quizás invertir un poco más de dinero en ese diario te ayudará a mantener ese compromiso hasta el final. Puede que te parezca absurdo, pero la relación que tienes entre el valor y el dinero es importante. Algo caro nos parece más valioso que algo barato. Por tanto es importante que hagas una inversión que sea suficiente para que mantentas el compromiso dándole el valor necesario.

Durante el desarrollo del curso tu diario servirá para volcar en él cosas muy valiosas. Para empezar una carta en el comprometas contigo. Una carta en la que selles el compromiso que estableces hoy para mejorar en lo posible y esforzarte en ello.

 VOLVER

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.